Propósitos de Año Nuevo, esa basura que hago cada año y que, a veces, sirve para algo | Casi Cuarenta

Hombre bebiendo cerveza

Tenía que empezar escribiendo algo pegadizo, algo que enganchara -el famoso engagement– pero, por una vez en mi vida, voy a tratar de no aspirar a una absurda perfección que nunca alcanzaré y comenzar por algo que realmente me preocupa: boicotear mis propósitos de Año Nuevo…año tras año.

Si, señoras, señores y señoros. 2023 alcanza el ecuador y yo aquí estoy, creando un blog sobre inquietudes de salud física y mental sin tener ni puñetera idea de acabar con los malos hábitos. Bueno, con algunos. En 2022 pude dejar de fumar de una vez por todas pero nunca fui una gran fumadora así que, en cierto modo, se trató más de un pequeño triunfo que un gran éxito. Pero este año, ¡Ay! Este año me he venido arriba, chavalada.

Hago un repaso de las joyitas que me propuse para que os riáis un poquito:

  • Comer sano: Un clásico. Allá por 2020 lo conseguí durante un corto periodo de tiempo pero la cabra tira para el monte y yo a por las hamburguesas -caseras, eso sí-. Este año ha amanecido con más estrés del normal entre sacar adelante una empresa, trabajar también por cuenta ajena, estudiar una carrera y, además, tener vida sentimental. La social ha quedado un poco rezagada hasta nueva orden. Pues eso, que estamos en julio y a ver ahora, en pleno veranito, ¿quién quiere quitarse del tapeo? Pues una servidora tiene la firme intención de empezar a comer sano sin pasar hambre. Ale, ¡Encájalo con arte!
  • Hacer ejercicio: Recuerdo una vez, hace unos años, que me preguntaba por que la gente se dejaba llevar por la corriente mística del engorde por engorde. Después de varios meses trabajando ocho horas sentada frente a un ordenador, lo entiendo todo. Termino tan saturada mentalmente que apenas puedo atinar a coger el mando de la play como para pensar siquiera en salir a caminar o hacer sesión de mancuernas. Pero bueno, esta aún puede ser viable si me levanto un poco antes de trabajar -un poco unicornio el asunto pero la esperanza…maldita esperanza…-.
  • Dejar de beber cerveza: Antes cuando escribía que me costaría pasar del tapeo en verano, no había pensado en el mal hábito que realmente me quería quitar: la cerveza. Y es que detrás de todos estos malos hábitos, la cerveza es el más despiadado. ¿Cómo no tomarse una birra en una terracita en pleno mes de julio? Pues nada, sin compasión. Dejar de beber alcohol ya me viene rondando desde hace tiempo después de que se resintiera mucho mi productividad. ¿Dónde se me ha ido el tiempo? Sobre todo este último año en el que he bebido más de la cuenta, he comido más mal de lo habitual y he engordado -atentos, señores- la friolera de diez kilazos. Y que está muy bien el concepto body positive, oiga, pero yo he engordado por comer mierda y no mover el culo durante un año así que no puedo echarle la culpa a otras cuestiones. No me queda otra que apechugar.
  • Dejar el café JAJAJA: Bueno, muchas veces hablo de la cerveza como un problema, rollo alcoholismo, y, en realidad, no me doy cuenta de que mi verdadero némesis es también mi droga legal más amada: EL CAFÉ. ¡Ay! Café espumoso. Uno. Dos. Tres. Una cafetera. Son las cinco de la tarde y no bajo mis niveles de estrés ni con todos los spas del cosmos. ¡Ah, espera!¡Si! ¡Tomándome una cerveza bien fresquita -o dos o tres o cuatro- en compañía de mi queridísimo compinche. Y he aquí el problema: cuánto más alto es el subidón de la cafeína, más bajón el estrés subsiguiente. Y en estas estoy, como una suerte de yonki light solo que, en vez de alternar cocaína y heroína, yo le doy al café y, posteriormente, a la cerveza. Ahí es nada. Lo había leído en un artículo hace algún tiempo: que las mujeres trabajadoras tienden a tomar café por la mañana y luego están tan pasadas de vueltas que le dan al vino o a la cerveza para rebajar los niveles de estrés que tienen por las nubes.
  • Perder diez kilos: Otro clasiquísimo que, por suerte, no me he tenido que repetir mucho ya que, hasta el año pasado, estaba dentro de los límites del peso recomendado. He pasado de mis 59 kilos y 1,65m de altura a los 71,5 kilos y, no, no he crecido, al menos hacia arriba.

¿Y sirven para algo los propósitos de Año Nuevo?

Pues según dicen «los expertos» (véase psicólogos, coaches y demás), muy poquito porque tendemos a plantear chorrocientos propósitos que implican unos niveles de fuerza de voluntad que ni Chuacheneguer. De hecho, creo que es más fiable el horóscopo que los propósitos de Año Nuevo -alguna vez acertarán con tanto efecto Barnum, al menos-.

De infojobs saqué unas conclusiones de por qué los propósitos de Año Nuevo no funcionaban y, resumiendo hablaban de que entre no delimitar los objetivos, ser demasiado optimistas con lo que una persona puede cambiar en un año y resultar cortoplacistas, se tenían todas las papeletas para abandonar.

Por eso, como dijo Jack el Destripador, he decidido ir por partes: abandonar la idea de dejar el café (es una quimera), alimentarme mejor (en este punto tengo algo de ventaja ya que ya había tenido buenos hábitos alimenticios previamente durante bastantes años así que simplemente es recuperar algo que ya existe), caminar una hora al día (ni darle dinero gratis a un gimnasio, ni leches, de momento) y, eso sí, ¡DEJAR LA CERVEZA!

Me da la sensación de que haciendo este ajuste no solo me ahorraré unos euros nada despreciables y ganaré tiempo, que no son ni de lejos mis únicas razones para dejar de beber alcohol para siempre, sino que además estaba consumiendo unas 2000-3000 calorías extra a base de cerveza y vino. Aún así, mi principal motivación para dejar la cerveza es que ha dejado de ser divertido y empieza a resultar triste. Me da cierta pena por motivos emocionales ya que me ha acompañado desde mi adolescencia y es un cambio radical pero estoy convencida de que este es el cambio que necesito en mi vida. El año pasado fue el tabaco. Este el alcohol.

Para el café aún no estoy preparada.😂

Dejar de fumar de una vez. Mujer fumando Next post Cómo dejé de fumar de una vez por todas | Casi cuarenta

Un comentario sobre “Propósitos de Año Nuevo, esa basura que hago cada año y que, a veces, sirve para algo | Casi Cuarenta”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *